—Si alguien ama a una flor de la que sólo existe un ejemplar
en millones y millones de estrellas, basta que las mire para ser dichoso.
(…)
Pero sucedió que el principito, habiendo atravesado arenas,
rocas y nieves, descubrió finalmente un camino. Y los caminos llevan siempre a
la morada de los hombres.
-¡Buenos días!
-dijo.
Era un jardín cuajado de rosas.
-¡Buenos días! -dijeran las rosas.
El principito las miró. ¡Todas se parecían tanto a su flor!
-¿Quiénes son ustedes? -les preguntó estupefacto.
-Somos las rosas -respondieron éstas.
-¡Ah! -exclamó el principito.
Y se sintió muy desgraciado. Su flor le había dicho que era
la única de su especie en todo el universo. ¡Y ahora tenía ante sus ojos más de
cinco mil. Todas semejantes, en un solo jardín!
Y luego continuó diciéndose: "Me creía rico con una
flor única y resulta que no tengo más que una rosa ordinaria”.
Entonces apareció el zorro:
-¡Buenos días! -dijo el zorro.
-¡Buenos días! -respondió cortésmente el principito.
-¿Quién eres tú? -preguntó el principito-. ¡Qué bonito eres!
-Soy un zorro -dijo el zorro.
-Ven a jugar conmigo -le propuso el principito-, ¡estoy tan
triste!
-No puedo jugar contigo -dijo el zorro-, no estoy
domesticado.
-¿Qué significa "domesticar"?
- Es una cosa ya olvidada -dijo el zorro-, significa
"crear vínculos... "
-¿Crear vínculos?
-Efectivamente, verás -dijo el zorro-. Tú no eres para mí
todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos y no te
necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para ti más que
un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domesticas,
entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el
mundo, yo seré para ti único en el mundo...
-Comienzo a comprender -dijo el principito-. Hay una flor...
creo que ella me ha domesticado...
-Vete a ver las
rosas; comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás a decirme adiós
y yo te regalaré un secreto.
El principito se fue a ver las rosas a las que dijo:
-No son nada, ni en nada se parecen a mi rosa. Nadie las ha
domesticado ni ustedes han domesticado a nadie. Son como el zorro era antes,
que en nada se diferenciaba de otros cien mil zorros. Pero yo le hice mi amigo
y ahora es único en el mundo.
Las rosas se sentían molestas oyendo al principito, que
continuó diciéndoles:
-Son muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por
ustedes. Cualquiera que las vea podrá creer indudablemente que mi rosa es igual
que cualquiera de ustedes. Pero ella se sabe más importante que todas, porque
yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque yo
le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a
la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es
mi rosa, en fin.