Hace un año me enteraba que ya no estaba sola, que hacía un tiempo alguien me acompañaba. No estaba acertada con fechas solo sabía que Dios me estaba dando la oportunidad que siempre desee.
Dos rayitas me sonreían.
Dos rayitas a las cuales no les creo hasta al día siguiente.
Dos rayitas que apuraron a mí hermana para bajar a la casa de la abuela y juntarnos en su cama para decirle la mejor frase que pude haber imaginado "estoy embarazada".
Dos rayitas dónde todo tomaba un significado distinto, dónde el amor tenía un nuevo significado.
Me acuerdo de haber hecho la prueba y sin fe, sin miedo, sin entender que pasaba las vi. Sonreí, sonreí fuerte, se me llenaron los ojos de lágrimas. Me acuerdo como si ayer me hubiese pasado. Todo lo que quería estaba ahí, todo lo que imaginé una y otra vez me estaba pasando.
Obvio que dudé, obvio que no le creía a la tirita esa que no era de primera marca. El miedo de romper tremenda ilusión era muy grande.
Había una pizza de muzzarela la cual pude comer una sola porción, la miraba de reojo entendiendo todo lo que esa semana me había pasado, los malestares ese sueño tan pero tan intenso.
Todo empezaba a cambiar, todo empezaba a tener sentido.
