viernes, 17 de febrero de 2017

No se rotular

Me estoy despidiendo como hace semanas, me estoy desvaneciendo en cada trapo guardado, en cada cuadro bajado, voy eliminando las imágenes que tengo en la mente juntos. Es que sino me muevo, siento que toda esta arena movediza me va a atrapar, no se como dar grandes pasos, pero se que haciendo pan y queso algo me va a salir. Hoy es uno de esos días que el ascensor me tienta, me hace esperarte como hace rato no pasaba, ahí es cuando me enojo, cuando se que tome la decisión reciente lo más segura porque no quiero enloquecer por algo que no tenía que ser.
Me quiero envolver, meter en una caja, en una bolsa no, porque ahí van todos. No se como me rotularían, “frágil”, “de carne y hueso”, “no sirve”. Tengo esa puta angustia que me agarraba al principio, pero es obvia, es necesaria. Me ahogo, me ahogan las paredes, el amarillo me parece patético, me esta aplastando los pocos momentos lúcidos que tengo acá. –Desprender y enterrar mi antiguo estado, desaparecer- No me gusta estar triste, porque yo no soy así, no dejo de sonreir ni en un momento del día, me las rebusco, no es que no me permita estar triste, porque lo estoy pero no quiero que todos lo vean, no quiero llorar con vergüenza, no me gusta tragarme tu nombre y repetir que te odio en todos los idiomas que invento.
Hace dos noches, en la peor situación recordé tu espalda, recordé tus movimientos, y los besos, como de memoria sabía cada giro, cada mimo, cada suspiro. Quise morir ahí mismo, porque te recordaba, porque podía sentirte, porque el tacto no se olvida, me di media vuelta y simulé como siempre que todo iba a estar bien, que soñarte y ahora imaginarte era de lo más coherente. Son espamos del olvido, son esas ausencias de oxigeno  que me  agarran cuando más débil estoy. Me aferro a él, me abrazo a él, me prometo que voy a poder, pero sabemos que no. SABEMOS que todo este suelo es momentáneo, es efímero, es como si caminásemos sobre telgopor, con esa misma durabilidad. Pero no podemos hablar de cosas duraderas, cuando lo que más temía pasó, no podemos hablar de un –parasiempre- porque eso lo inventaron los mismos dioses para que nos ofrezcamos a ellos como hipnotizados por razones burdas.


Embalar, guardar, embalar guardar. De eso se trata, también con los sentimientos