miércoles, 20 de noviembre de 2013

mi cielo

Miremos para atrás, cuánto recorrido... miremos para atrás, cuánto vivido. Miremos para delante y veremos un futuro incierto, pero sí fabricamos este presente con el amor que nos tenemos, entonces no debemos temer a lo que nos espera. 


S E I S, wow que numerasos de años, que numerasos de momentos juntos, no me va alcanzar la vida para agradecerte por tanto amor, no voy a poder jamás llenar los espacio de besos para que sientas cuán agradecida estoy a la vida de tenerte a mi lado. Michu, mi hermoso te amo muchísimo, amo tus chistes malos, tus apretones a las costillas, tu colgadez, tu ronquido, tu carcajada, tu pelo que no va para ningún lado, tus bailes, tú piel, tus ojis hundidos, amo sentirte novio, amigo, compinche, amo saber que siempre vas a estar ahí. SEIS hermosos años!


G R A C I A S mi cielo por ser eso, mi cielo, y acá me quiero quedar.



FELIZ ANIVERSARIO!


Hace un tiempito leí esto:"Yo quiero un amor de esos de antes, de los tiempos de mis abuelos. Donde el la cortejaba sanamente y salían a lugares bonitos. Compartían con ambas familias y se conocían bien. Donde no se besaban al primer día de conocerse, donde el la respetaba a ella como a su madre. Donde se comunicaban todo y se eran sinceros. Donde si algo se rompía se reparaba, no se reemplazaba. Donde no soñaban con escaparse una noche y hacer todo a lo loco si no que soñaban con casarse y formar una familia. Donde el sexo no ocupaba un primer plano por encima del amor. Donde ambos se apoyaban en lo que querían. Un amor de esos que ya no se ven. De esos que hacen falta. De esos que son difíciles pero que soportan tempestades. Eso quiero."  

Y hoy con fe y confianza puedo decir,¡éso lo tengo y soy feliz! Amo dormirme y abrazarte, y no soltarte, si supieras como te apretujo jaja, amo despertarme a tú lado, amo que me des la confianza de volar. Yo tengo el amor que soñé, el amor que contruimos, el amor que sentimos y es real y es maravilloso, tengo lo que queiro, y amo eso que tengo. 

martes, 12 de noviembre de 2013

Ellas mi fuego.-



Alguien me dijo que no es casual, que desde siempre las elegimos. Que las encontramos en el camino de la vida… Nos reconocemos y sabemos que en algún lugar de la historia de los mundos fuimos del mismo clan.
 Pasan las décadas y al volver a recorrer los ríos, esos cauces, tengo muy presentes las cualidades que las trajeron a mi tierra personal. Valientes, reidoras y con labia. Capaces de pasar horas enteras escuchando, muriéndose de risa, consolando.  Arquitectas de sueños, hacedoras de planes, ingenieras de la cocina, cantautoras de canciones de fogón.
Cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor de “un fuego”, nacen fuerzas, crecen magias, arden brasas, que gozan, festejan, curan, recomponen, inventan, crean, unen, desunen, entierran, dan vida, refunfuñan, se conduelen.


Alegría siento al saber que pronto las cuatros, tendremos reunión, Las amo pedacitos de mujeres :) 

lunes, 22 de julio de 2013

Una mano de lunas!

La cantidad de lunas que recibí en mi vida no me interesa, quizás ya haya contado las estrellas fugaces que vi y no quiero ver el cielo de nuevo. 
Sin embargo hay lunas que llevo dentro, no te digo el cuarto menguante que llevo en mi piel, sino la luna de la espera. ¿Cuántas lunas faltan para sonreír? ¿Cuántas lunas me faltan para dejar de hablar en tercera persona? Se me va nublando la vista si se que no te puedo abrazar, se me va haciendo todo cada vez más vacío si supongo que no te puedo ver. Pero es una realidad, los adultos tenemos las responsabilidades de hacer valer las cosas, de querer correr si queremos conseguir algo. Y yo me congelé y a la vez tengo que crecer.

Hace un tiempo no me alcanzaban mis dos manos para contar cuánto falta, hoy puedo decir que con sólo una mano puedo entusiasmarme. No sé si serán todos los dedos de ésta mano, Dios quiera que puedan ser menos, vos me esperas, yo quiero ir. Las ganas están sólo nos queda esperar. Juguemos al piedra papel o tijera por teléfono que eso me da fuerza.-

martes, 16 de julio de 2013

Pasos

Del otro lado de la vía se escuchan pasos venir, pueden ser de personas amables, rufianes o enamorados. Se siente una brisa a humedad, el aire se pone espeso  los pasos se escuchan más deprisa y de pronto se detienen… Cambian de dirección, tienen un nuevo objetivo, irse. ¿Quiero que sea así? ¿Lo puedo modificar? No. Tiesa, perdida, ahora hace frío hay algún grillo por ahí, lástima si lo piso. Me siento, espero ¿Vuelven los pasos?  ¿Qué eran? ¿A quién pertenecían?

No eran pasos era mi imaginación, otra vez la pastilla, ese maldito sueño que me hace pensar cosas que no son, otra vez escuchar voces mudas en las paredes. El doctor dijo que me bajaría la dosis, sin embargo encontré la receta, y no fue cierto. Me siento ida de la realidad, si voy a la verdulería ya no recuerdo bien que quería comprar, termino comprando cualquier cosa con tal de no quedar como idiota. Idiota, palabra fuerte, palabra dura, palabra sentida. Sí dejo de tomar la pastilla, que pasará, ¿me echarán de casa? Quizá me saquen la tv, la pc o el iPod, pero tengo mi mundo aparte del día a día, tengo mi cuaderno, dónde puedo saber sí algo anda mal, tengo un balcón del cuál puedo saltar si me quieren atar, tengo llaves escondidas que abren enorme baúles que me llevan a islas extrañas. Nadie me puede parar no soy ajena a mí ni mucho menos a lo que le ocurre a mis psiquis si dejo aquellas miniaturas de fantasías.


Dejé las pastillas, no sé si veo más claro todo o si acaso está nevando. Decido salir, en la esquina está la avenida, es un candombe de gente, de multitudes de ruidos, de ideas volando de aquellas cabezas, de voces, de murmullos, de saludos, de sonrisas que me pisan los talones, gente riendo de mí, gente delirándome, gente que señala, personas que dejan de ser personas para convertirse en animales arriba de la cama, personas que no saben qué hacer con sus vidas, personas tristes y otras enojadas, no veo a nadie feliz, quiero cruzar esa calle para ver que hay más allá pero sé que me siguen, que está ahí para vigilarme, no se le escapa ninguno de mis movimientos.  Intentaré cada día hasta que pierda las fuerzas, pero saldré, volveré a jugar en la vía.-

jueves, 27 de junio de 2013

Escribía



La chica que escribe

Yo, que siempre fui más de sobrevivir que de vivir. 

Ahora me siento en mitad del silencio dejando que el sol del invierno me queme y me hiele a partes iguales la poca piel que queda fuera de toda la ropa que me esfuerzo por mantener pegada a mí; un abrigo gris con botones, una bufanda de colores y un gorro rosa por el que se me escapa el flequillo haciéndome cosquillas en los ojos cuando se encuentra con el viento. Es una contradicción el llevar esos vaqueros rotos que mi madre nunca aprobó, que dejan entrar todo el frío que intento repeler detrás de mis gafas de sol negras, y esas zapatillas verdes que nunca abrigaron, pero que siempre me hicieron sonreír.

No me hace falta hablar, me oigo perfectamente en off dentro de mi cabeza. Pensando, planeando, mandándome callar para disfrutar de ese efímero instante de paz en el que siento cómo me late el corazón en los oídos y el movimiento casi imperceptible de mis músculos manteniendo mi postura. El cosquilleo de las yemas de mis dedos y el sutil escozor de mis labios por haber vuelto a mojarlos instintivamente a pesar de saber que el frío los quemaría con más rapidez. Pero no me importa; eso les da un tono rojizo bastante apetecible
ojalá te apetecieran - 


Y es en ese instante, cuando ese pensamiento me cruza la mente sin dolor y sin arrepentimiento alguno, es cuando entiendo que no sólo se me han curado las heridas, sino que he aprendido a defenderme tan bien que me da hasta un poco de miedo enfrentarme a mí misma. Sonrío y me tiran un poco los labios cortados por el invierno, pero hasta ese dolor es extrañamente reconfortante, porque lo hago por mí. Y pienso que puede que no sea la mejor persona del mundo, pero que ya no tengo miedo.

He dejado de vivir arrepintiéndome por el pasado y preocupándome por el futuro, que lo único que me daba era un presente de noches llorando y días de gelatina bajo mis pies. He cambiado, lo noto cuando respiro y se me llenan los pulmones de ganas de hacer cosas absurdas; ganas de no dejar verdades a medias, de salir a la calle en mitad del fin del mundo y dejar que la lluvia me moje el pelo, y de beberme esa cerveza que sé de sobra que no debería beberme; pero lo hago Lo hago siendo consciente del efecto que provoco. Y me gusta.

Ya no soy la chica tortuga, ni la chica que tenia miedo de besar en la calle, ni la chica del corazón roto, ni la chica de hielo. No soy la chica que decía ser tímida, ni la que decía ser insegura, ni la que no se atrevía a hablar las cosas importantes. He dejado de tener miedo porque ya sé cómo es perder. Sé cómo es vivir con el corazón y el cuerpo rotos en tantos pedazos como era posible romperlos. Sé lo que es derrumbarse, recoger los escombros y plantarse en mitad de la nada con la posibilidad de reconstruirse de cero. Ahora me arriesgo y no es porque no tenga nada que perder; Me arriesgo porque sé que sea lo que sea lo que pierda, no me va a destruir.

Y estando ahí sentada dejando que el sol se cuele por las rendijas de mis costillas y escuchando mi respiración, entiendo que de entre todas las cosas que puedo ser, al final no soy más que la chica que escribe. Y ya sabéis qué dicen de las chicas que escriben.



jueves, 13 de junio de 2013

Trascendental



Me he levantado especial y vengo a hablar de temas trascendental.


El miedo es una emoción básica, de esa lista de emociones básicas que se representan en los libros con fotos de gente muy fea que desconocía el uso de la espuma para el pelo. El miedo es, para mí, la emoción más importante y más determinante en el ser humano; todo se mueve a partir del miedo - que seamos conscientes o no, eso ya es otro tema.

Podría sentarme a escribir un ensayo antropológico para sustentar mi anterior afirmación, pero no me apetece, así que voy a ir directa a la cuestión: Yo siempre he tenido mucho miedo a muchas cosas. Desde las cosas más simples de hablar con extraños, a cosas más importantes como ser capaz de ser buena madre. La chica avestruz era yo; cuando las cosas se ponían feas me escondía dentro de algún agujero y esperaba a que  la tormenta terminara por cansarse. Pero entonces pasó algo y al meterme dentro del hoyo me mojaba exactamente igual que estando fuera. Y el viento me despeinaba, y al andar me saltaban las baldosas sueltas manchándome los jeans, y todas esas desdichas propias de los días de tormenta. Yo era la tormenta; y por primera vez no podía escapar de ella.

¿Qué pasó? Me acostumbré a la lluvia, simple como eso, aprendí a vivir con el miedo. Joder, vaya que si aprendí. El miedo me dominaba por completo como nunca antes había sido consciente. Seguro que alguna vez te pasó el estar, por ejemplo, haciendo el idiota en la silla de clase sobre las patas traseras, y en una milésima de segundo al impulsarte más de la cuenta, sentir como si fueras a caer hacia atrás justo antes de agarrarte a la mesa y evitarlo. Esa sensación; ese es el miedo. Lo que pasa es que para mí no fue una milésima de segundo, si no años.

Creo que hay un año en especial que ha sido mi Master en miedo, y éstos dos últimos han sido mis prácticas externas poniendo a prueba todo lo que había aprendido. El resultado no ha podido ser más revelador ni más positivo. Hasta yo me he sorprendido por mi forma de hacer las cosas, de pensar y de sentir. De pronto me he visto a mí misma con ganas hablar temas antes intocables con gente antes intocable, renunciando a cosas por mi propio bien, arriesgándome a otras a las que antes jamás me habría arriesgado, aprendiendo a decir que No y lo más importante: aprendiendo a no decir que No a las cosas inesperadas por el hecho de no poder controlarlas.

He dejado de intentar controlarlo todo y de intentar mantener todas las situaciones bajo control. He aprendido a salir sin saber cómo voy a volver a casa, ni con quién, ni a qué hora.  Porque no lo hacía siempre se quedaban ahí, detrás del muro. Y ahora sin embargo puedo notar como pasan y saludan, y me hacen reír - y me hacen llorar-

Me he descongelado. Ya no soy el cubito de hielo que era antes, lo sé. Siento y puedo transmitirlo.  Ahora tengo la certeza de que voy a poder 'querer bien' y no solo 'querer' a alguien, y que no voy a tener miedo a las conversaciones trascendentales, ni al futuro, ni a tomar decisiones. De pronto he entendido que todo ese miedo ya no está, que se ha ido como se ha ido el hielo, y el dolor,  y la inseguridad. Y si tengo que ser sincera, he de admitir que nunca he estado tan bien emocionalmente. Ni para mí misma, ni para nadie. Ahora tengo miedo a otras cosas, pero ese miedo es de los miedos buenos; de los que te impulsan a hacer cosas y a seguir adelante, como el miedo que se tiene antes de caer en un montaña rusa.

En realidad, es bueno tener miedo.

Si no tuviéramos miedo, nunca tendríamos la oportunidad de ser valientes.

miércoles, 12 de junio de 2013

Doce siempre Junio

No te quiero escribir tampoco te quiero llamar, pero sin embargo en la sociedad se creó la culpa, y la culpa está en mí. Entonces entro a la duda de que si e o no un sentimiento limpio esto de escribir, o si algo me obliga  hacerlo.
Me quiero borrar el lunar de la nariz, no sólo porque odio los lunares, sino porque también lo tenés vos, odio empezar a verme tan igual a vos, que los ojos, que las manos, que los pies, que la risa… ¿Por qué la risa? Si ella es la que me anima, es la que me dice que estoy viva, hasta creo llorar como vos, pero ya no lo sé. No sé qué es lo que más me molesta de vos, ni lo que me lleva a llorar si me acuerdo de algo, quiero respuestas, pero sé que por más que las tenga no voy a hacer nada a futuro con ellas y sé que no me van a  conformar.

Día normal, haciendo terapia para sanar, día que no me arrepiento de no hablarte más, día que me cuestiono si está bien o está mal, y una voz me dice que sigas, que es uno el que importa, sin embargo esta el temor a la culpa, cuantas terapias más para sobrellevarla.
Faltando dos horas para culminar este doce agradezco mi presente, sin tu presencia tengo esto, y hoy lo veo bueno.-

lunes, 25 de febrero de 2013

Diez Lunas más

Un mes atrás mi mirada estaba infiltraba por el mismo amor, un mes atrás mis cordones desatados no me hacían caer. No puedo aferrarme al pasado, sólo anhelo ese futuro precioso de contar lunas, me quedan 10 lunas tristes por mirar para por fin ver de nuevo la más linda. Lunas, lunas, y más lunas, abrazarme a la poca luz que me das en capital, a esconderme en tu no sombra para no sufrir, necesitar estar ahí siempre, cerrar los ojos y pararme a verte de lejos y sentirte tan cerca.
D I E Z sólo D I E Z  L U N A S

martes, 19 de febrero de 2013

Ojalá

Tal vez un día escapes de tu pasado, si lo haces búscame.


- ¿Qué serás cuándo crezcas?
- Un tirano.
- ¿Un tirano? ¿Y los esclavizarás a todos?
- Sí, tendré un harem y muchos esclavos. Los torturaré a todos los martes. ¿Y tú?
- Bueno... yo... es una tontería...
- ¡Dímelo!
- No.
- ¡Dímelo ahora!
-- Deseo ser un flan, un flan con albaricoques. O crudo, un poquito caliente, en una pastelería fina.
- ¿Un flan? Estás segura?
- Claro. No hay nada más rico para comer que un flan.

miércoles, 2 de enero de 2013

0201

Es ahí dónde intentamos sonreír. Dónde las ganas se van y se ahogan sobre un bidet. Bienvenidos al club de los otra vez solitos. En un día como hoy, te diría que estás muerta mi amor, pero todo es tan raro. Podemos vomitar hasta sentir ese vacío de un yo no fui muy lejano, podemos ahorcarnos hasta dejar de latir, podemos hincarnos los ojos para no ver la realidad que nos rodea, podemos cerrar la boca del estómago, para que nuestro interior no hable.  Podemos salpicarnos de sangre sin saber de quien es, escupir al cielo y corrernos para que le caiga al de al lado, podemos pestañar para sacar aquella gran basura de nuestras pupilas. Podemos rasparnos las rodillas para sentir ese ardor de cuando éramos niños, podemos dejarnos el pelo enredado, para que una suave mano nos peine, o bien, dejar que se nos haga un gran enjambre y tener que cortarlo de raíz. 
Podemos, tenemos, pero ¿QUEREMOS? ¿QUIERO? Alguna vez diré ¿"Sí, quiero"? No porque me pregunte, si quiero postre, o aquel vestido, o aquella falda. Ahí en ese lugar sagrado, frente a lo que mas amo, ¿pasará? o ¿soy muy siglo 21? Debo serlo, porque por ahí voy caminando. Voy a sacarme las astillas que tengo en mi pie, me canse de sangrar por ahí.-