Cuando reencuento la historia la ficha me cae de nuevo,
cuando me ato las zapatillas me pasa lo mismo.
Cuando una noticia de vos me atraviesa el costado izquierdo,
o lo que quedo de él me siento como aquel enero, como si las defensas bajaran y
una fiebre inexistente me pateara la nuca.
TE ODIO.
Te odio en todos mis sentidos menos en el sexual.
Es como una explosión cada vez que alguien me pregunta, es
como un sinfín de –no se y no me acuerdo- dónde debía haber un –no me importa- pero
me armo y me desarmo. Me canso de calzarme
alguien que no estoy pudiendo ser, alguien que intenta confiar pero colapsa
ante la menor mosca deforme que aparece.
Me encapricho fuerte a seguir. Pero quizá sea el mes, quizás
sean mis hormonas, o simplemente que baja la marea y se ve el basural. Te veo ahí
pudriéndote con todo, te veo ahí estancado en mis sueños, te veo ahí lejos y
distante, te veo ahí resucitándote cada vez que me muerdo la cola.
Que lejos me quedó la tranquilidad en minutos, que lejos y
que rápido todo menos esto.