lunes, 10 de octubre de 2016

Elecciones.- (El accidente)

El lugar que estamos ocupando quizá no sea el deseado, pero es aquel que elegimos conscientemente. 
Siempre tengo esa extraña sensación de lo que hubiese sido, viviendo en un pretérito anterior asqueroso e innecesario. 
Antes del accidente todo era más fácil de llevar, la casa era lo que más me importaba. Vivir en Rosario no siempre fue lo que más anhelé pero es lo que resultó luego de haberme creídamente enamorada de Emanuel. Nos casamos en la chacra de su tío, todo de ensueño. Mis amigos viajaron, mi ex también. Intentó impedir que diera el "si" según él no tenía cara de enamorada, y no me veía un futuro feliz... pamplinas! 

Vivimos junto a dos ovejeros en una casita muy linda con todo lo que queríamos cerca del centro, como no nos gustaba estar lejos del ruido de la capital decidimos estar más o menos en una zona -poco- ruidosa.
No soy feliz, me detectaron infertilidad hará unas semanas, lloramos un montón, pero prometimos seguir juntos en esto. Dedujimos que fue causado por el accidente puede que haya sido el motivo, porque sino no hay otro motivo. 

Recuerdo el día en que todo cambió, donde hice planes para cambiar de rumbo. Me animaba a todo, a volver a la capital, a dejar a mis mascotas y a decirle a él que ya no era feliz que necesitaba respirar aires nuevos. Decidí escribir un mail, explicándole todo, nunca se me dio bien esto de "hablar de frente", cuando abrí la casilla ahí estaba... el resultado del análisis de sangre de la semana anterior... gratas noticias todo iba a cambiar pero de otra manera. ¡Estaba encinta! Siempre quise usar ese término. Tenía vida dentro de mi, no se cuando ocurrió o si, si me ponía a pensar... ¿Y ahora? Yo tenía medio bolso hecho, era el mediodía, Emanuel iba a llegar pronto, siempre salía a las 13 para que podamos almorzar juntos. Desarmé todo, me desarmé. Lloré muchísimo, pero no por no querer al bebé sino por no haberme preparado, estaba lejos de mi familia de mis amigas que tanto me hubiese gustado contarles a ellas antes que a nadie. Me tranquilicé tenía que darle la noticia, se me ocurrió un "tesoro escondido" ¿qué tenía que encontrar? Era la cuestión, fui a la farmacia con unas enormes gafas y compre una prueba de embarazo, me la realicé. Con papeles de colores armé consignas pavas... ¿Dónde se guardan los tenedores? Y ahí seguía la siguiente. Cuando Emanuel llegó no dudó en jugar, siempre le gustó esa párate aniñada que tengo... se acercaba el final, empecé a llorar de nervios, hasta que nos encontramos los dos llorando. Festejamos, comimos los canelones y tomamos helado. Esa tarde no fue a trabajar, se quedó conmigo, con nosotros. 
Las semanas pasaron, lo conocimos por ecografía, tan chiquito, tan indefenso. Todo iba perfecto, esa semana la semana séptima decidimos que sería lindo compartirla con amigos, viajamos a Buenos Aires, era un viaje corto, un viaje no planeado, pero parece que las cosas no planeadas no estaban de mi lado. Un camión no nos vio, Emanuel hizo una maniobra como pudo pero todo resultó tremendo. 

Perdimos el bebé, perdimos las risas y los almuerzos juntos. Unas semanas después él quiso intentarlo, y luego otra y otra vez. Hasta que temimos  lo peor, lo obvio. Fuimos a un especialista, el daño causado por la pérdida en el accidente hizo que ya no pueda anidar más. Un montón de momentos no vividos junto a él me venían a la mente, un montón de sueños que no iban a ser. 
Nos fuimos a casa en silencio, el regresó al trabajo y yo el quede en casa. 
Quizá si esa mañana me hubiera ido nada de esto hubiese pasado, quizá. Me quedaré con la duda de lo que hubiese sido, de no haberme jugado en el momento dado, de no haber extendido las alas, de no haber sido lo suficientemente fuerte para poder cambiar mi presente, aquel que una vez fue pasado y que hoy conduce mi futuro. 


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