Otro miércoles más en mi haber.
Un miércoles había marcado el inicio de la historia, una de amor prohibido y de atrevimientos.
Cuántos miércoles se habían sumado desde el otoño pasado? Para qué contarlos.
Cada miércoles un horario predefinido. Seis de la tarde. Un universo alcanzaba a crearse en un espacio oculto.
“Primero una hora, después dos. Después un día, después lo vas a querer todo.” Dijo mientras me besaba un vigésimo miércoles para despedirme.
A medida que se sumaban los besos, tímidamente aparecían los sueños y los proyectos.
La casa en la playa, los domingos enteros entre mates y películas, salir a la calle tomados de la mano, conocer a tus hijos y vos a los míos, tener los nuestros.
Creo que a la mitad de la sumatoria de todos los miércoles, los sueños eran tantos que no entraban en ningún cofre de sueños.
Pero la realidad hizo su parte. Y para cuando el cofre comenzó a rebalsar, empezaste a retroceder de a veinte pasos. Yo avanzaba unos treinta y aún así estabas cada vez más lejos.
Hoy miércoles, hace apenas unos minutos, mi cofre quedó vacío y los sueños desintegrados en alguna atmósfera desconocida para nosotros.
(elperro-Helen J. Vaughn)
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