domingo, 31 de julio de 2016

Es largo N2

Era de tarde, recuerdo que había un té recién servido a mi lado. Tres lagrimas se me caían de manera insolente. Se abrió la puerta y se sentó a mi lado. Un hilo de voz me salió "agua"- Me asombré hacia no sé cuánto tiempo, porque acá no hay ningún almanaque, ni siquiera sé si es el 2016 o acaso pasó más tiempo aún. Me raspaba la garganta, aquella mujer se acercó y me mojo los labios con una gasa, jamás olvidaría esa textura, me recuerda a mi abuela, a atardeceres jugando en el sector de esterilización del hospital. Acabo de recordarla, tengo una abuela o la tenía. Tengo familia.
La monja pasaba horas conmigo, no puedo saber exactamente cuántas, un desfiladero de médicos me visitaba a diario, mi memoria no recuerda más que muchas luces, mis piernas no están fuertes aún no me levanto.
Armando Cima es el nombre de este hospital municipal, estoy en Cosquín, Córdoba. Me suena familiar. Escucho risas, cada mañana cuando me levanto las escucho, me acompañan, me río con ellas. Minutos más tarde ya tengo una enfermera moviendome las piernas, poniéndome la chata o corriendo las cortinas de la habitación. Mi habitación está como vacía, no hay flores, ni cuadros. Una mesa vacía junto a una silla, un perchero que me mira de reojo y una puerta que debe ir al baño que jamás usé.
Me aparecen imágenes, rojo, mucho viento, rojo, rojo carmín, rojo, viento, me siento fría, hace frío, abro y cierro los ojos y todo sigue igual, manchas rojas, es rojo color sangre. Me desmayo.-

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