La culpa es egoísta, se te cala en los huesos, la llevas puesta como una prenda más.
La culpa no te deja avanzar, ni siquiera retroceder. Te congela, te mantiene en el mismo espacio temporal, te arropa en ella, te obliga a que la recuerdes siempre. Se convierte en una presión en la frente, en el pecho o en un sueño profundo.
La culpa está ahí, siempre lista a actuar por vos.
La culpa es tan serena, tan lógica tan humilde hasta la queres de amiga.
Buscá el sol, encandilate. Pasá horas, días eternos mirándolo, no pienses en nada, estás ahí debajo de él, viendo su intensidad su inmensisdad... Ahí es donde la culpa no está, en ese instante. Regálate días de sol, regálate momentos donde disfrutes la -no culpa- sacudite como un perro cuando no puedas más, da vuelta la hoja y escribí. Pero no te hundas en ella, le encanta seducir pero ella no gana o al menos no dejes que te gane.-
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