jueves, 22 de junio de 2017

Días.-

Te sentís así cada día, a la intemperie. Como si los días pasasen pidiendo permiso, pensando si son capaces de atravesar los meses. Lo son. Son hábiles y escurridizos, son perspicaces y hasta a veces atentos. Me suelen martilizar, me endulzan y hasta me llegan a besar, también están los otros dónde quisiera que no vengan más días, dónde tengo gusto amargo y sabor a estómago. A esos días los quisiera pisar, los quisiera humillar tanto como lo hicieron conmigo. Me pregunto ¿Para qué? No sale nada bueno de esa pregunta, no puedo ver nada claro o en realidad vi todo de golpe y eso me nubló. 
Los días me angustian como a todos en ciertos momentos, los días me estrujen y caen gotas de agua y sangre, los días me ponen linda, hasta suelen dejarme en mi mejor momento, pero después gira la moneda y ves la risa de cartón, vez como había un circo de hipócritas dónde el domador de fieras era lo más vil que pudiste pensar. Nunca me gustaron los circos, me parecieron demasiado caretas forzando las risas y los trucos. Tampoco me atraen lo que son parte de él y miran el -espectáculo- me anestesian, me repugnan hasta me duermen. Los días de circo no los quiero más, porque no los elijo, prefiero quizás (me animo a decir) los días grises dónde yo misma quiera o no ponerle color, los días de abrazos, de caricias sinceras y de risas contagiosas. Opto por los días leales, los días dramáticos también, esos dónde no me dan los audios para inventar historias. 
Elijo que los días sigan pasando pero no sin darme cuenta como paso el verano, quiero sentirlos, darles aunque sea una razón... Una buena razón. Los días con sabor a malbec, los días con olor a salsa recién hecha, los días con las ventanas abiertas para que entre el sol. Los días largos y cortos, los días dónde corro y no me escondo, los días que no planeo y también los que armó a raja tabla... Esos días es dónde quiero estar viva, dónde quiero pedir que me hagan masajes o me acaricien el pelo. No quiero más días con sabor a sugus viejos o pegajosos, no quiero más días con el café frío, no quiero más la desgana y el -no plan- no quiero esos días, no los elijo, no los entierro porque respiran, porque me recuerdan que existen y que no los escojo. 

Me siento así, desnuda a la intemperie. Haciendo zigzag en el filo de mi cielo, me siento fría y libre, siento que tengo el sur en la izquierda y el norte en la derecha. Siento que estoy llena de días y tengo la -suerte- de elegir. No me quiero vestir, no ahora. No quiero que me vista nadie con sus embrollos o estúpidos hobbies, no quiero música nueva ni tragos extraños, no quiero pastillas para olvidar ni sahumerios que probar. Quiero elegir yo que ponerme, o sino andar así desnuda. Sentir que el frío me cale los huesos. Simplemente eso es lo que elijo, sentir... Sentir cada día.-

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