domingo, 25 de junio de 2017

Ni tú nombre

Los no -amores- son los que no te vas a olvidar más, esos que no fueron, aquellos que duraron esquinas interminables de chapes, sentados en el quiosquito o en el baño del bar de siempre. Esos amores que se estrangulan porque no llegan a ser, esos que te dan un cosquilleo profundo e inevitable. Esos amores que son solo roces de manos, de un "te agarro y no." 
El amor debería morir ahí en esos instantes dónde uno puede sentir lo necesario, no sufrir ni amar de mas. («Se como es amar de más»)
Congelaría cada uno de los intantes, se me cruzan nombres de personas, lugares y días de la semana, debería de haber una cultura de vivir así sin tener que pensar si conviene o no seguir con tal o cual situación. El -no amor- se debería llevar como bandera, pensar menos, vivir mas. 




Soy experta en fabular. Esta vez no.  Pasó. Su mano la mía, la mía la suya, un extraño. No puedo contar mas nada, porque es solo eso por hora y media. Un espectador, un oyente que solo sabía las canciones básicas, las que frecuentan y queman en la radio. Uno del montón que sobresalió entre la multitud, uno que acompañó a su amigo  barbudo de remera manga larga roja. Uno que dudaba y me hizo pensar mil veces en mi posición. Él con su anillo en la mano izquierda y yo muy -JUGANDO- con la otra. 
Ellos en el escenario, yo deseando besarlo y él en la duda misma consultando al amigo. Todo queda congelado ahí, en su remera gris con rayas finas y blancas, o quizá era celeste, con su cadenita y un jean, con una sonrisa enorme y unos ojos hermosos. 

Las historias que no son, las historias que nos quedan ahí en la punta de la lengua son las que nos marcan, son las que nos definen. 

Otra historia, con los mismos en  el escenario.-


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