lunes, 5 de julio de 2010

MARGA.- No te ates demasiado a mi. Recuerda que algún día tendremos que separarnos.

PABLO.- Ya me lo dijiste la primera vez, pero tampoco eso soy capaz de imaginarlo.

MARGA.- Tienes que ir acostumbrándote a la idea. piensa que esta noche puede ser la última.

PABLO.- Ni ésta ni ninguna. ¿Crees que, ahora que te tengo, voy a dejarte marchar?

MARGA.- No podrás impedirlo porque no lo sabrás. Simplemente, una mañana al despertarte me llamarás de monte a monte: ¡Margarita...! Y Marga ya no estará aquí.

PABLO.- ¿Pero qué estás diciendo? ¿Es una despedida?

MARGA.- Es una advertencia para cuando llegue ese día. ¿No has sido feliz hasta ahora sin mí?

PABLO.- Era distinto. Antes de llegar tú el mundo estaba lleno de cosas. Ahora ya no hay más que una rodeándome como un cinturón de lumbre: ¡Marga, Marga Marga...!

MARGA.- Gracias. Aunque toda mi vida se redujera a este momento solo, ya valdría la pensar por haber oído esas palabras. Pero no te entregues demasiado a una mujer. ¿No te gustaría volver a la montaña?

PABLO.- Ya es tarde. Allí sólo perdía el sueño cuando tenía hambre, o cuando me dolía una herida, o cuando me despertaba el miedo. Ahora tú mi única herida, y mi hambre, y mi miedo.

MARGA.- ¿Te doy miedo yo?

PABLO.- Esta noche, sí, porque no es una noche como las demás. ¿No sientes que hasta huele de otra manera?

MARGA.- Es el otoño. Olor de tierra mojada.

PABLO.- No basta. El olor de la tierra y el de tu piel también están aquí. Ya lo estaban la primera vez. Pero hoy es algo más profundo... Algo misterioso, que se ha metido aquí dentro como el día de la corza y el día del relámpago. ¿No lo sientes en el aire?

MARGA.- Ahora, sí. Y también a mi me da miedo, porque tampoco yo lo había conocido nunca.

PABLO.- Es como si me sintiera ir cayendo en una trampa donde voy a perderme. Y sin embargo, ¡quiero caer! ¿Por qué esta noche es todo tan distinto? ¿Por qué el primer día el más fuerte era yo, y ahora toda la fuerza la tienes tú?

MARGA.- ¡Sálvate de mí, Pablo! ¡Todavía estás a tiempo!

PABLO.- Es inútil; ya no puedo volverme atrás, y aunque pudiera no lo haría. Tú que lo sabes todo, ¿qué es esto que estoy sintiendo al mismo tiempo en el alma y en la raíz de la sangre?

MARGA.- No se... Ojalá sea lo mismo que estoy sintiendo yo.

PABLO.- ¿También a ti te tiemblan dentro las palabras antes de decirlas?

MARGA.- También.

PABLO.- Pero entonces no hay solamente dos cosas grandes. Además de Dios y de la Muerte, ¡hay una tercera cosa que hace temblar la garganta del hombre!

MARGA.- ¡Sí, Pablo; hay un tercer misterio, que es un poco como sentir a Dios y un poco como sentirse morir!

PABLO.- Dime esa tercera palabra. ¡Quiero oírtela a ti!

MARGA.- No hace falta, querido. Esa tercera palabra, cuando es verdad, es mejor decirla en silencio... Así...!

La atrae dulcemente, y luego con pasión entregada. Mientras se besan cae lento el TELÓN.

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